El Maestro Ignorante es un texto de crítica al
concepto de autoridad en sí mismo, de crítica a toda posición de maestro
fundada en el saber.
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El ejercicio de la autoridad del maestro
ignorante pone en cuestión la razón y la práctica pedagógica ordinaria, que
confía a la inteligencia del maestro el cuidado de colmar la distancia que
separa al ignorante del saber.
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La reunión de ambos términos: “maestro”
e “ignorante”, impacta, sorprende, obliga a establecer nuevas relaciones entre
las palabras o a disociar los componentes que constituyen una misma idea, que
permanecen generalmente adosados, pegados, indistinguibles, confusos.
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El maestro ignorante no es un lugar
vacante, no es ausencia, ni indiferencia, ni desinterés, tampoco es completa
ignorancia, ni absoluto silencio. Por el contrario, el maestro ignorante
“trabaja” de maestro: habla, relata, dice su pensamiento, narra su aventura, ordena
actividades, propone tareas, ofrece un objeto: un libro con el que relacionar
todo lo demás, se hace presente ante el alumno con su palabra, sus preguntas,
su deseo, su ignorancia, su camino recorrido, sus propios interrogantes genuina mente postulados, su propia emancipación. También guarda silencio,
escucha, espera, da la palabra, pide explicaciones, da tiempo cuando la voz del
alumno no se escucha, la palabra no surge o es inconveniente para el trabajo en
común.
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El maestro ignorante sostiene, fundamentalmente,
un encuadre de trabajo que incluye de maneras diversas: su palabra y sus
silencios, una alternancia de presencias y ausencias, la continuidad de su
acción y un vacío necesario para que el otro se haga presente con su
pensamiento.
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Es posible pensar que la autoridad
pedagógica concebida al modo del “maestro ignorante” reúne en su propio
ejercicio un modo de acercarse al conocimiento y a la convivencia con otros.
Organiza un campo de trabajo donde enseñanza
y convivencia no se
separan y esto se alcanza rechazando ocupar lugares de saber-poder, pero dando
cuenta de su relación con el conocimiento e invitando a lo otros a hacerlo.
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Hay un sentido escandaloso, político, en
afirmar la ignorancia de un maestro dado que el maestro ignorante es quien se niega
al juego de la explicación que perpetúa la desigualdad “oponiendo el acto desnudo de la emancipación intelectual a la mecánica
de la sociedad y de la institución progresivas”.
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Un maestro sólo es tal en una relación
de confianza con un alumno que responde, que piensa, que se equivoca, que va y
viene con su pensamiento, en relación con las preguntas genuinas del maestro,
en un vínculo de igualdad.
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La relación pedagógica emancipadora se
establece en estos términos: la instrucción no proviene del maestro, es un
trabajo del alumno efectuado desde su lugar de “igual”
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La lógica de la política supone otro
proceso, el de la autoridad en igualdad,
la que consiste en un juego de prácticas guiadas por la pre suposición de la
igualdad de cualquier ser parlante con cualquier ser parlante y por la
preocupación.
COMENTARIO DEL VÍDEO AUTORIDAD PEDAGÓGICA (Ruth)
Cuando hablamos de autoridad pedagógica
no es simplemente de que se enseña si no como se enseña. Lo que hace el docente, nos hace como docente está unido a
idea, concepto principio, componente de la estrategia.
Beatriz
nos dice que autoridad es igual al autor, es el que origina algo o produce algo
así que el docente, no es solo el autor de lo que va hacer si no que hace un
aumento.
Autoridad
pedagógica es atento crear un espacio de libertad de atreverse.
Lo
que puede ser una autoridad es proveer un lugar de habilidad, en donde se deja
marcas.
Los docentes deben aumentar las
conciencias sobre las ideas y decisiones que inciden en su accionar cotidiano.
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